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El mundo del vino es diverso, dinámico y fascinante. Siempre hay un vino para satisfacer cada paladar y que se adapta a cada ocasión. Una forma de empezar a comprender el vino es clasificándolo por sus colores: blanco, rosado, tinto, y el intrigante naranja. Veamos cómo se obtiene cada uno de estos tipos de vino y a qué experiencias conducen.
Los colores del vino vienen del tipo de uva que se usa. Las uvas tienen dos partes importantes para el vino, la pulpa y la piel. Las pulpas son la parte interna de la uva, que usualmente son incoloras, y la pieles pueden tener colores que van desde el amarillo o verde, pasando por rosado, rojo y gris, hasta el morado oscuro casi negro. Para simplificar las cosas las uvas de colores amarillo, verde, rosados a grises se conocen como uvas blancas y las uvas con colores intensamente oscuros son las uvas tintas.
El vino blanco se obtiene de uvas blancas, aunque algunos también vienen de uvas tintas. Lo importante es producirlo sólo a partir de la pulpa y sin contacto con las pieles durante la vinificación. Esto se logra al extraer el jugo de las pulpas de las uvas recién cosechadas a través de la prensa. Este jugo, se fermenta convirtiéndose en vino blanco. Esta forma de vinificación asegura que el vino conserve su color claro y sus carácter fresco y frutal. En los casos en dónde se usan pulpas de uvas tintas, como Pinot Noir, se usa el término francés “blanc de noir” (balco de negras) para dar entender que es un blanco de uva tinta.
Los vinos blancos pueden variar desde secos y crujientes, como algunos de la uva Riesling, hasta casi cremosos, como algunos de la uva Chardonnay. Esto también depende del tipo de recipiente donde se hizo la fermentación. Algunos de los vinos blancos que encuentras en la Parra y el Zorro vienen de uvas como Grüner Veltliner, Pino Gris, Malvasía, etc,
El vino rosado es como un puente entre el vino blanco y el tinto. Se elabora a partir de uvas tintas y durante la fermentación, las pieles de las uvas tintas permanecen en contacto con el jugo por solo unas horas; ello confiere al vino su característico color rosado. Este contacto breve permite que se extraigan algunos pigmentos y taninos (sustancias astringentes) de las pieles, pero no en la cantidad suficiente para que el vino sea tinto.
La gama de sus sabores incluye notas de frutas rojas, flores y, en algunos casos, toques de especias. La versatilidad del rosado lo convierte en un excelente acompañante para una amplia gama de platos, desde ensaladas frescas hasta pescados a la parrilla.
El vino tinto es quizás el más complejo de los cuatro colores. Se elabora a partir de uvas tintas y el proceso de vinificación involucra un contacto prolongado entre el jugo y las pieles. Este contacto permite la extracción de pigmentos y taninos, dando un vino con un color profundo y una estructura robusta. Después de la fermentación, el vino tinto a menudo se envejece en barricas de roble, ello añade más dimensiones de sabor, como notas de café, chocolate y especias.
Cada variedad de uva tinta tiene un perfil único y ello se ve reflejado en el vino, algunos tintos son ligeros y frescos, como los de la uvas Zweigelt y Mencía, mientras otros son ricos y audaces, como los de la uvas Sangiovese, Syrah y Cabernet Sauvignon.
El concepto del vino naranja, o naranjo, es relativamente reciente, aunque su forma de hacerlo ya existiera en algunas culturas de forma ancestral. En términos de los otros colores del vino, el naranja se elabora a partir de uvas blancas, pero siguiendo el proceso de vinificación del vino tinto. Las uvas se fermentan con sus pieles durante un período prolongado, ello da vinos de colores que van desde el amarillo intenso, pasando por tonos naranja, hasta el ámbar. Por ejemplo, uvas que al estar maduras se siguen viendo verdes como Grüner Veltliner, dan vinos naranja de amarllos intensos, mientras que la uva Traminer, que es casi rojiza da vinos naranjas de tonos anaranjados y la uva Pinot Gris, que es de color gris-rosaceo, da vinos naranjas de tonos ámbar.
Debido al prolongado contacto con las pieles de la uva, los vinos naranja también logran una textura tánica y un perfil de sabor que puede incluir notas de frutos secos, especias, y ricas jugosidad y mineralidad. El envejecimiento en barricas o ánforas de barro puede enriquecer aún más la complejidad del vino. Es por eso que el vino naranja es capaz de ofrecer una experiencia sensorial única y es un excelente acompañamiento para platos ricos y especiados.
Blog contribuido por:
Ricardo Wilches, PhD
Genetista y redactor de contenidos científicos y del vino